Resiliencia como estrategia de adaptación.
Es cierto, gracias a las cuarentenas o situaciones de confinamiento la gran mayoría de las actividades comerciales y profesionales han debido trasladarse al único lugar al cual la gran mayoría no quería llevarse el trabajo: nuestros domicilios. Aunque gran parte de las actividades del marketing, comunicación y producción audiovisual ya estaban radicadas en domicilios o pequeños espacios colaborativos antes del coronavirus; ahora la situación de confinamiento nos plantea el reto de no dejar caer la actividad productiva y sentar bases firmes para el teletrabajo o autoempleo generalizado en este sector.
Esta nueva realidad nos ha llevado a una evolución cultural: la de adaptarnos al teletrabajo o autoempleo y entenderlo como una oportunidad de reconocer y aprender sobre el bienestar subjetivo, como “una sensación de agrado cotidiano al mantener un bienestar psicológico, gracias a una buena adaptación a las circunstancias de la vida interna y externa del individuo en sociedad” (García-Alandete, 2014,Psicología positiva, bienestar y calidad de vida.)